Una pandemia que se llevó mas que seres humanos. Se llevó la memoria colectiva, implantando individualismo y crueldad.
Una guerra de pobres contra pobres se combate diariamente frente a la intolerancia de una opinión distinta.
En el medio, una radio, un diario, un noticiero parloteando repetidas mentiras, que le susurra al oído el dueño de la tierra.
Cipayas declamaciones resuenan sobre estrados de un Congreso que esta sediento de sangre.
En el medio, un vacío que es llenado con rutinarias actividades que el capataz inmobiliario canturrea a los oídos de unos conejillos de indias, siendo acatadas sin mediar pensamiento.
El trabajador, como ratón de laboratorio es lo dejó la pandemia.
Un experimento de país.
Un lavaje de cerebro, con estímulos de pantallas intermitentes para insultar a jubilados en una plaza y aplaudir que los uniformados pongan orden al laboratorio.
En el medio, alguien abre los ojos llorando por tanta sangre que corre desde las fabricas cerradas.
Y el medio, una olla popular pide monedas para comer. Los matecocidos humean desde los colchones en las veredas de la gran capital.
El laboratorio esta limpio y ordenado; la sangre corre a los barrios. Así el medio lo quiere. Así el dueño lo ordena.
_ ¡Si, patrón! - se escucha en las filas de científicos del fondo en un lago escondido.
En el medio, el silencio es abrumador.
La memoria falla.
El silencio lo abarca todo.
La memoria se agota.
Silencio,
orden y progreso.
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Pez Interestelar